El reto es una herramienta de aprendizaje donde el principal objetivo es la transformación personal, profesional y social del alumnado en clave de <strong>Evolución Competencial (desarrollo de Competencias Técnicas y Transversales)</strong> potenciando la <strong>dimensión humana</strong> de las personas. La <strong>reflexión constante</strong> tanto grupal como individual es una de las estrategias para lograr el desarrollo profesional, personal y social.

Es una herramienta que permite un <strong>aprendizaje significativo y profundo,</strong> ya que partiendo de los conocimientos previos y desde vivencias cercanas a la realidad laboral y social, y entrenamiento contínuo, ofrece la oportunidad de dar sentido a lo que se está aprendiendo, y que dicha experiencia de aprendizaje deje huella en el alumnado.

<strong>El equipo</strong>, permanente o no,<strong> es la unidad de aprendizaje</strong> a través de la cual el alumnado recorre las fases del reto y da solucion al mismo. La interacción con los demás nos ofrece la oportunidad de desarrollar competencias propiamente <strong>humanas</strong> que no podrían ser desarrolladas trabajando de manera individual (aprendemos de y con otros).

El equipo docente diseña, dinamiza y evalúa conjuntamente y es un modelo de referencia para el alumnado.

Este enfoque pedagógico – el ACbR – entiende el <strong>aprendizaje como un proceso en el que el alumnado participa activamente</strong> y es el protagonista de su propio aprendizaje. Este aprendizaje centrado en el alumnado, promueve un aprendizaje consciente y autónomo mediante el uso de <strong>metodologías activas y un enfoque de evaluación orientado a la evolución de competencias.</strong>

<strong>Un reto forma parte de una ruta estratégica de aprendizaje</strong> para el logro del perfil competencial de un determinado ciclo.
El diseño de retos requiere que previamente, el equipo docente de ciclo, tomando el DCB como referencia e incluyendo las Competencias Transversales, analice la realidad profesional y social de su entorno integrando criterios de sostenibilidad. A partir de ahí, definirá el perfil competencial de ciclo y diseñará la ruta de aprendizaje de ciclo, de curso y de reto.

Las situaciones que se presentan en el aula son un <strong>reflejo de la realidad profesional y social del ciclo</strong> y por lo tanto, el reto debe integrar todas las competencias -técnicas y transversales- necesarias para poder resolver situaciones desde un plateamiento inter/transdisciplinar.

Un reto <strong>mantiene el equilibrio</strong> entre ser lo suficientemente cercano a los conocimientos previos e intereses del alumnado, y lo suficientemente desafiante para que, acompañados por el equipo docente, puedan ir aprendiendo a manejar la incertidumbre y tomar decisiones según se avance en el reto.

Un reto es un proceso creativo en sí mismo que cuenta con un plan previo de diseño y dinamización y que <strong>sigue una secuencia de fases</strong>.
Estas fases, que pueden ser más o menos pautadas/dirigidas (pero nunca del todo cerradas con anterioridad), deben transitar necesariamente por la identificación de un foco (el problema o la necesidad a resolver), la divergencia (en la búsqueda de diferentes posibles soluciones) y la convergencia (en el acuerdo para la solución más pertinente y adecuada), la comunicación de lo realizado (desde la identificación del reto hasta su propuesta de solución) y la evaluación (tanto de la solución ofrecida como del proceso seguido en el trabajo individual y grupal).

El planteamiento de un reto <strong>permite múltiples soluciones</strong>. Su proceso de resolución pone en marcha el pensamiento creativo a través de procesos de pensamiento divergentes y convergentes.

La secuencia de fases que conlleva la resolución de un reto ayuda a entrenar diferentes <strong>estrategias y habilidades de pensamiento</strong> orientadas a la resolución de problemas y la toma de decisiones: la observación, la indagación, el descubrimiento, el desarrollo de la intuición, el razonamiento, la reflexión, visión holística (visión global, integral), el pensamiento creativo, el pensamiento crítico.

Un reto provoca <strong>asombro, sorpresa, extrañeza, interés</strong>, estimula la <strong>imaginación</strong>, propone diferentes experiencias, impulsa la <strong>participación</strong>, ofrece un clima de <strong>seguridad y confianza</strong> y espacio para el <strong>error</strong>; todas ellas emociones que activan el aprendizaje y el talento. En definitiva, un reto ha de dar cabida a un relato emocional que permita afianzar los aprendizajes de manera significativa en el alumnado.

La reflexión y la toma de decisiones a lo largo del reto invita al alumnado a <strong>identificar y cuestionar</strong> sus actitudes, su relación con el entorno y el impacto de todo ello en al ámbito personal, profesional, social y medioambiental, lo que les permitirá conocerse mejor y actuar con integridad y responsabilidad.

Un reto es un <strong>camino de desarrollo y superación</strong> (personal y profesional) que requiere que el alumnado asuma la <strong>responsabilidad de su aprendizaje</strong> y tome consciencia de ello.
Este cambio de rol supone un esfuerzo, ya que cada estudiante se compromete no solo con su propio aprendizaje, sino también con el de su equipo debiendo poner de manifiesto sus ganas de aprender y «tomando las medidas» oportunas para que esto suceda.

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Un reto tiene el potencial de desarrollar una actitud activa ante el aprendizaje y ante la vida. A través de ella, se pretende ayudar a crecer y a aprender mediante la práctica y el compromiso con el propio entorno para mejorar la calidad de vida y de bienestar común.