Una vez realizadas algunas dinámicas del ámbito A, podemos empezar a trabajar con estructuras colaborativas. Su objetivo es lograr que los chicos y chicas, trabajando en equipo, aprendan mejor los contenidos escolares, porque se ayudan unos/as a otros/as.

Es posible que, entonces, aparezca un nuevo problema: las y los alumnos, a pesar de estar más cohesionados, pueden encontrar dificultades para trabajar juntos y juntas de forma colaborativa, pues están acostumbrados y acostumbradas a trabajar de forma individual y, muchas veces, a ser competitivos y competitivas, por la educación recibida hasta entonces. La simple consigna de que deben trabajar en equipo, ayudándose unos/as a otros/as y haciendo la tarea entre todos/as, no es suficiente. Y nos podemos encontrar con alumnos o alumnas que:

  • vayan a lo suyo sin contar con el resto del equipo,
  • se niegue a este tipo de trabajo,
  • se aprovechen de que trabajan al lado de otros/as, que han tomado la iniciativa, para copiar lo que hacen los y las demás sin preocuparse de aprenderlo,
  • simplemente, se repartan el trabajo a realizar y lo hagan individualmente, reuniendo a continuación el trabajo realizado por cada uno/a.

Hace falta “algo” que, en cierto sentido, les anime, motive, pero no “obligue”, a trabajar juntos/as, a contar unos/as con otros/as, a no contentarse hasta que todos los miembros del equipo “sepan” o “sepan hacer” lo que están aprendiendo. Necesitamos asegurar la interacción simultánea entre los miembros de un mismo equipo, así como la participación equitativa de todos y todas ellas.

Dicho de otra manera, se trata de trabajar en equipos reducidos, utilizando estructuras colaborativas, para aprender mejor los contenidos escolares previstos en las distintas materias/módulos del currículo.

Las actuaciones de este nivel deben servir para que los y las alumnas hagan experiencias positivas, reales, de trabajo en equipo, y puedan comprobar que trabajar así es más agradable y eficaz porque, de necesitarla, tienen la ayuda inmediata de alguna compañera o compañero y, si quieren trabajar, pueden hacerlo porque entre todos y todas descubren la forma de hacer cada actividad.

Si estas experiencias son positivas, los/as mismos/as estudiantes piden poder trabajar más a menudo de esta manera. Al mismo tiempo, estas experiencias nos sirven para identificar los puntos fuertes y débiles del trabajo en equipo, en general, o de un grupo en particular. A partir de ahí, poco a poco, podemos ir modelando el funcionamiento interno de los equipos –destacando lo que hacen correctamente y corrigiendo lo que no acaban de hacer bien- y, poco a poco, vamos encontrando la mejor distribución posible del alumnado en los distintos equipos. Para hacer este trabajo, conviene mantener a los y las miembros de un equipo por lo menos durante un trimestre.

1.1. Estructuras colaborativas de la actividad

Las estructuras colaborativas, en sí mismas, son sólo estructuras y, por lo tanto, no tienen contenido. Se aplican para trabajar contenidos, de cualquier materia o módulo, de forma que generan la necesidad de contar unos o unas con otros y otras, de colaborar y ayudarse entre los y las que participan en el proceso de aprendizaje.

Estas estructuras pueden ser:

  • Simples: se pueden llevar a cabo a lo largo de una sesión de clase, son de corta duración, fáciles de aprender y de aplicar. Facilitan la transformación de actividades fundamentalmente individuales (lectura de textos, preguntas abiertas a toda la clase, respuesta a un cuestionario, realización de ejercicios, resumen o síntesis del tema estudiado…) en actividades colaborativas.
  • Complejas: conocidas también como técnicas colaborativas, se han de aplicar en varias sesiones de clase.

1.2. Condiciones necesarias que debe tener una estructura o una técnica colaborativa

Para que una estructura o técnica sea colaborativa, debe reunir los cinco elementos esenciales del aprendizaje colaborativo. Por lo menos…

  • Asegurar la interdependencia positiva para lograr el beneficio de todos y todas
  • Debe asegurarse al máximo la participación activa y responsable de todos los miembros del equipo: nadie puede aprender por otro/a, ni hacer el trabajo por otro/a, nadie debe aprovecharse del trabajo de los y las demás sin aportar nada de su parte; cada miembro del equipo es el primer responsable de su aprendizaje; por lo tanto, debe asegurarse al máximo la responsabilidad individual de todos los miembros del equipo.
  • Debe darse el máximo de interacción posible entre los miembros de un mismo equipo. La interacción entre iguales, en la construcción conjunta de conocimientos, es un elemento primordial en el proceso de aprendizaje.
  • El trabajo en equipo se valora para buscar la mejora y el compromiso.

Cuando revisemos nuestra propia práctica en la aplicación del aprendizaje colaborativo, deberíamos hacernos estas dos preguntas:

  • ¿Hasta qué punto, organizando la actividad como lo hemos hecho (utilizando esa estructura concreta y aplicándola como lo hemos hecho), todos y todas las estudiantes han participado activamente en ella y de forma equitativa -o al menos han tenido la oportunidad de hacerlo-, todos y todas han aportado su parte y han sido responsables de la misma?
  • ¿Hasta qué punto, a lo largo de la actividad, han tenido la oportunidad o la necesidad de interactuar, interpelarse, discutir, corregirse, argumentar y defender su punto de vista y/o aceptar el punto de vista de los y las demás?

Si la respuesta a ambas preguntas es afirmativa, la estructura de la actividad utilizada es colaborativa. Si no es afirmativa (aunque sólo sea en una de las dos respuestas) no es colaborativa, o sólo lo es en apariencia.

Veamos un ejemplo:

Un profesor o profesora aplica la estructura “El juego de las palabras” de la siguiente manera: Escribe en la pizarra cuatro palabras clave sobre el tema que acaban de estudiar en clase, y da a cada equipo la siguiente consigna: “Entre todos los miembros del equipo debéis hacer una frase a partir de cada una de estas cuatro palabras”.
Es posible que, en algún equipo, un alumno o alumna tome la iniciativa, haga una frase a partir de cada palabra (que, además, es posible que sea correcta), a los y las demás les parezca bien y se limiten a escribir una frase cada uno/a. Aparentemente, visto de “lejos”, lo han hecho en equipo, pero no en una estructura colaborativa porque no ha habido ninguna interacción entre ellos y ellas, y el trabajo individual se ha limitado a escribir una frase cada uno/a.
También es posible que, en otro equipo, se repartan las palabras y cada uno/a se encargue de escribir una frase. En este caso ha habido más trabajo individual (cada uno/a, además de escribir la frase, la ha construido), pero tampoco es colaborativa porque no ha habido interacción entre ellos y ellas a la hora de construirla.
La estructura es colaborativa si, en cada equipo, cada uno/a escribe una frase a partir de una de las palabras dadas; a continuación, cada uno/a presenta “su” frase a los demás miembros del equipo y, entre todos y todas, la discuten, la corrigen, la amplían, la modifican… hasta “hacerla suya” (de todo el equipo) y después, el o la que la había escrito inicialmente, la pasa a limpio. En este caso ha habido una participación mucho más equitativa y mucho más responsable (cada uno/a es responsable de hacer su frase y de asegurarse de que la frase de los y las demás son lo más correctas posible), y ha habido también interacción entre todos los componentes del equipo a la hora de “discutir” cada frase hasta “hacerla suya”.

Conoce la colección de técnicas.