Debemos pensar que no todo el mundo tiene las cualidades específicas para saber trabajar en equipos reducidos y que, trabajar en equipo, es más difícil de lo que parece inicialmente. Así, a pesar de haber trabajado la cohesión del grupo clase y su predisposición a trabajar en equipos colaborativos (ámbito A), y de que hayamos llevado a cabo algunas experiencias de trabajo en equipo aplicando estructuras colaborativas (ámbito B), pueden surgir conflictos dentro de algún equipo, o entre los distintos equipos, o que algunos/as alumnos/as se resistan cada vez más a trabajar de esta forma en clase… Entonces podemos caer en un círculo vicioso: como no saben trabajar en equipo, y las veces que lo hemos probado no ha terminado de funcionar, casi no usamos esta forma de enseñar, o no la usamos nunca, con lo cual no aprenden jamás a trabajar en equipo.
Sin embargo, si avanzamos un nuevo paso y, además de practicar el trabajo en equipo, pasamos de los equipos esporádicos heterogéneos a los denominados Equipo de Base, si les enseñamos de forma explícita –sistemática y persistente- en qué consiste trabajar en equipo, si les enseñamos a organizarse mejor como equipos para que rindan al máximo y puedan beneficiarse al máximo de esta forma de trabajar, y si les damos la oportunidad de revisar periódicamente el funcionamiento de su equipo, es posible que se pueda romper ese círculo vicioso.
Esta es la finalidad de este ámbito de intervención C: enseñarles a trabajar en equipo, de una forma explícita, sistemática y persistente, como enseñamos otros contenidos.
Enseñar a trabajar eficazmente en equipo a nuestros alumnos y alumnas consiste, básicamente, en…
- Ayudarles a especificar, con claridad, los objetivos que se proponen, las metas que tienen que alcanzar. Y, tratándose de equipos de aprendizaje colaborativo, los primeros objetivos son obvios:
- Progresar todos y todas en el aprendizaje; saber, al final de un tema, más de lo que sabían al iniciarlo, cada uno/a según sus capacidades (no se trata de que todos y todas aprendan lo mismo, sino de que cada uno/a progrese en su aprendizaje, comprensión, competencia).
- Ayudarse unos/as a otros/as, colaborar, para progresar en el aprendizaje.
Tener claros estos objetivos, y unirse para alcanzarlos mejor, equivale a incrementar lo que se denomina técnicamente la interdependencia positiva de finalidades.
- Enseñarles a organizarse como equipo para conseguir esas metas:
- Reparto de roles y responsabilidades dentro del equipo: coordinador/a, secretario/a, responsable de material, portavoz… Para acentuar la llamada interdependencia positiva de roles, es necesario que cada miembro del equipo tenga asignado un rol y sepa exactamente qué debe hacer (las responsabilidades que tiene asignadas cada rol).
- Distribución de las distintas tareas, si se trata de hacer algo entre todos y todas, para acrecentar lo que se denomina interdependencia positiva de tareas.
- Enseñarles a autorregular el funcionamiento de su propio equipo: identificar lo que hacen bien (para consolidarlo) y lo que no hacen correctamente, impidiéndoles conseguir lo que persiguen (para poner los medios y mejorar progresivamente).
Los equipos de trabajo irán estabilizándose y convirtiéndose en las unidades básicas de distribución de los y las alumnas de un grupo clase. Estos equipos estables (a lo largo de un trimestre, durante todo el curso o etapa escolar), denominados Equipos de Base, trabajan juntos cada vez que el o la profesora requiera el trabajo en equipos. A medida que trabajan juntos y juntas, se conocen más a fondo y se hacen más amigos y amigas, incrementándose lo que se denomina la interdependencia positiva de identidad. Para incrementar esta identidad, pueden utilizarse distintos recursos como poner un nombre al equipo, tener un logotipo, guardar sus papeles en lo que denominamos el Cuaderno del Equipo.
En este trabajo colaborativo, se van desarrollando habilidades sociales como escuchar con atención a los y las compañeras, usar un tono de voz suave, respetar el turno de palabra, preguntar con corrección, compartir las cosas y las ideas, pedir ayuda con corrección, ayudar a las y los compañeros, acabar las tareas, estar atento/a, controlar el tiempo de trabajo… Estas habilidades sociales pueden convertirse en compromisos personales de cada miembro del equipo como contribución personal al buen funcionamiento del equipo, en función de lo que se haya podido constatar en las revisiones periódicas que el equipo hace de su funcionamiento.
Los contenidos del aprendizaje del equipo y su secuenciación se concretan en un Plan de Equipo, que es el medio fundamental para trabajar en este nivel de intervención (C) y que tendrá una vigencia establecida (un mes, mes y medio, un trimestre, un reto…). Un Plan de Equipo es una “declaración de intenciones” que cada equipo se propone para un periodo de tiempo determinado. En él hacen constar el cargo o rol que desempeñará cada uno/a de ellos/as, los objetivos que se plantean y los compromisos personales (relacionados con alguna habilidad social que tienen que perfeccionar). Hacia el final del periodo de vigencia de un Plan de Equipo, el equipo debe reunirse para evaluarse, revisar el funcionamiento del equipo durante este periodo de tiempo, identificar lo que hacen especialmente bien y los aspectos que deben mejorar, y determinar –a partir de esta valoración- los objetivos y los compromisos personales del siguiente Plan de Equipo. Estos objetivos, compromisos, pueden convertirse en normas y/o rúbricas para la evaluación y seguir la evolución.
Poco a poco, planificación tras planificación, el funcionamiento de los equipos va mejorando porque van “interiorizando” y “consolidando” las habilidades sociales relacionadas con el trabajo en equipo, las relaciones entre los/as alumnos/as se hacen más positivas porque se conocen más, se respetan más y son más amigos/as…
Las herramientas didácticas “Cuaderno del Equipo” y “Plan de Equipo” son muy importantes a la hora de enseñar a nuestros alumnos y alumnas a trabajar en equipo. La efectividad progresiva de este aprendizaje depende en gran medida de la capacidad, de los distintos equipos, de planificar su trabajo y de reflexionar periódicamente, de forma sistemática, sobre su propio funcionamiento, de forma que sean capaces de:
- Describir qué actuaciones, de las que llevan a cabo en el seno del equipo, son realmente de ayuda y cuáles no lo son.
- Tomar decisiones sobre qué comportamientos deben mantenerse (porque benefician el funcionamiento del equipo y facilitan el logro de sus objetivos) y cuáles han de cambiar (porque son perjudiciales al bien común del equipo).
Por esto, los equipos de aprendizaje colaborativo, y todo el grupo clase que trabaja de forma cooperativa, deben dedicar un espacio de tiempo determinado para hacer esta revisión y ponerla en común.
Saber hacer esto, y hacerlo de forma sistemática, permite –según Johnson y Johnson- que los equipos se centren en el mantenimiento de las relaciones positivas de trabajo entre sus miembros, facilita el aprendizaje paulatino pero continuado de habilidades colaborativas, garantiza que los miembros del equipo reciban “feedback” sobre su participación y, por lo tanto, tengan la oportunidad de afirmarse en algunos comportamientos y de modificar otros, posibilita que los y las alumnas piensen a nivel metacognitivo (sean capaces de reflexionar sobre lo que piensan, dicen o hacen), y, finalmente, procura los medios para celebrar el éxito del equipo a la vez que refuerza las conductas positivas de sus miembros.
Cuando se llega a este nivel de intervención, los equipos de base no sólo trabajan juntos durante la clase (con lo que el o la profesora puede observar cómo interactúan y puede corregir actitudes o sugerir cambios de comportamiento) sino que incluso, en algunos casos, continúan trabajando juntos/as fuera del horario escolar:
- Informan a los miembros ausentes de lo que se ha hecho en clase.
- Se ayudan en la preparación de exámenes, en comentarios sobre los trabajos, en el estudio, en la mutua corrección de trabajos, en clarificar el contenido del curso y de las tareas…
- Se conocen y escuchan, de manera comprensiva, cuando un miembro tiene problemas (con otros alumnos y alumnas, con amigos o amigas, con su padre, madre u otros grupos).